COMUNISMO EN CHINCHORRO

COMUNISMO EN CHINCHORRO

Invitado con mucha insistencia por unos amigos revolucionarios acudí hace poco a una marcha de la Alcaldía bolivariana de Cumaná. Si, así la llaman: bolivariana. Expropiaron el término vinculado a al libertador Simón Bolívar para definirse. Igual hicieron con el color rojo. Ahora sólo les pertenece a ellos. No sé cuál es la conquista con lo del color pero ellos sienten que es una epopeya. Querían demostrarme el apoyo del pueblo al comandante. A esa marcha acudieron muchas mujeres. La mayoría regordetas vestidas con pantalones de licra o leguis de llamativos colores. Por muy apretados que sean esos pantalones no ocultan la celulitis. Igual se marca. Y la barriga sobresale de la franela. Y del tinte ya solo queda reflejos en las puntas del cabello. La marcha no era tan grande, ni estaba conformada por revolucionarios devotos. La mayoría eran empleados de la alcaldía, obligados a acudir directamente o por una impositiva sugerencia.  

Este espectáculo tenía más de circense que de acto revolucionario. Tras su careta de seriedad, los payasos mayores vestidos de rojo no ocultan el uso de ropa de marca, o de relojes caros y mucho menos de los celulares inteligentes de última generación. A mayor jerarquía, los revolucionarios chavistas tienen más teléfonos. Nivel bajo: 1; nivel medio: 2; nivel director o superior: tres. Y si se trata de alguien de aún mayor nivel, los celulares los cargan sus asistentes.

Al ver a las mujeres presentes, recuerdo que Cumaná es tierra de mujeres bellas, como el resto de Venezuela, créanme no hay otro país en el mundo que pueda darse el lujo de decirlo sin falsas modestias. Por tendencia natural son elegantes, coquetas, simpáticas y alegres. Claro las hay de todos los gustos y colores. Pero siempre fueron damas.

Viéndolas pasar comento que lo mejor de la burguesía son sus vinos y sus mujeres. Parafraseando lo que una vez dijo Vladimir Ilich Lenin, el padre de la revolución bolchevique, el inspirador de muchos marxistas. Al escucharme  decir eso uno de mis amigos revolucionarios casi me mata. Bueno no es tan amigo. ¡Estás loco, me increpó, cómo se te ocurre decir que las burguesitas están más buenas que estas mujeeeeres del pueblo! ¡Cómo se te ocurre comparar a las catiras de la burguesía con las catiras del pueblo! Sorprendido de la reacción decido probar el efecto de esa frase con otro dirigente asistente y su respuesta irracionalidad fue aún mayor.

La ignorancia que muestran sobre la historia de su propia ideología es el verdadero peligro de los chavistas. Al igual que con Bolívar y su legado el irrespeto para con todo es sorprendente. No es que Lenin se merezca mucho respeto, pero un leninista debería saber algo de Lenin o un “Bolivariano” debería saber algo de Bolívar.

Los chavistas no están ahí por implementar un proceso con una idea superior de mejorar a la humanidad. No están ahí por ser revolucionarios.

No. Están ahí para robar.

Antes de la llegada de Chávez, nuestras mujeres eran elegantes, inspiradoras, casi todas unas mises o hacían el esfuerzo para parecerlo. Creyente del libre pensamiento no me permito tener ideas de segregación o de exclusión. Pero la estética revolucionaria es, al igual que sus líderes, peligrosa. Significa que el pueblo sigue patrones que van incluso en contra de sus propias costumbres. La inmoralidad de la pobreza.

Este comunismo que duerme en chinchorro o en hamaca, no lo hace al lado de la playa. Lo hace en los patios traseros de nuevas mansiones cuidadas por otros rapaces que al igual que los primeros acechan para robar.

Walter Maldonado

Escrito por Walter Maldonado